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El colapso de América Latina

La zona vive momentos difíciles, con crisis sociales y económicas, a las que ha sumado la de salud; sin embargo, se abre la oportunidad ante la presencia de grandes retos para que los países más importantes de la región repunten a nivel internacional.

En América Latina se viven acontecimientos que muestran la pérdida de un horizonte esperanzador. Dividida y polarizada por los odios ideológicos y políticos, con graves problemas económicos, sociales y ecológicos, parece sucumbir a los desafíos que tiene por delante.


El regreso a la lucha armada de un grupo disidente de las FARC en Colombia. Precariedad de los acuerdos del diálogo y de paz, que abre un nuevo foco de violencia armada con la militarización de los conflictos políticos.


El colapso de la economía argentina, con la amenaza de una nueva quiebra financiera del país y sus impredecibles consecuencias sociales. En el breve periodo de un liberalismo pragmático, Argentina no pudo corregir los desequilibrios heredados del exceso kirchnerista. Algunos de ellos incluso los agravó. El fracaso de Macri y la casi segura vuelta al poder de quienes arruinaron la economía, después de años de abundancia, define una transición en medio de odios políticos.


Los incendios en la Amazonía brasileña y en la chiquitanía boliviana alertan de una crisis ecológica en la región, con el abuso de sus recursos naturales y el desprecio a cuidarlos y protegerlos. Tanto Jair Bolsonaro, como Evo Morales, han evitado una discusión seria sobre el cambio climático y las exigencias de nuevas políticas de cuidado ambiental.


Expresión dramática del fracaso y colapso de la región sigue siendo Venezuela, la crisis social venezolana se proyecta sobre los países vecinos a través del drama migratorio de millones de personas en busca de una vida mejor.


Ninguna fórmula ideológica y política de todas las experimentadas –derecha, izquierda, liberalismo pragmático, neoliberalismo, posneoliberalismo, socialismo del siglo XXI– se muestra capaz de hacer frente a los desafíos presentes y futuros.


En medio de enemistad, odio, intolerancia, fundamentalismo, arrogancia, corrupción, prepotencia de quienes llegan al poder, y la simplificación aberrante de nuestros complejísimos problemas sociales, la economía acompaña con lamentables desplomes.

Contracción económica y pérdida de confianza de los inversionistas en México

La pérdida de grado de inversión de México es una posibilidad que crece cada día, aunque no se espera en el corto plazo, no sucederá en este año, probablemente tampoco en 2021, pero en 2022 podría ser la gran tragedia para la economía mexicana, a menos de que se haga algo para evitarlo.

México se acerca a la pérdida del grado de inversión con todas las implicaciones que eso representaría. Las señales son claras y se presentan desde hace varios meses en dos aspectos:

  1. Las acciones de las agencias calificadoras: A finales de marzo la agencia S&P recortó la nota soberana de México a BBB desde BBB+ en moneda extranjera y a BBB+ desde A+ en moneda local. La perspectiva para el país es negativa, y representa otra baja en la calificación en un lapso de uno o dos años. Asimismo, el 1 de abril HR Ratings también recortó la calificación de México y dejó la perspectiva en negativa. La deuda soberana de México pasó de HR A- (G) a HR BBB+ (G) para largo plazo, y de HR2 (G) a HR3 (G) para corto plazo.

  2. Factores que los inversionistas globales evalúan cada vez con más pesimismo en torno a México; no son nuevos, se han señalado en innumerables ocasiones, pero el hecho de que no se observen o esperen cambios significativos para los próximos meses y años, harían de México a finales de 2021 o principios de 2022 un “ángel caído”.

Nuevo default en Argentina

Argentina es la nación que más veces se ha declarado en impagos en el mundo, y esta vez puede traer consecuencias a la región; se presenta en un mal momento para Latinoamérica, cuya situación se profundizará por el papel que juega el país en la región, si bien ha perdido influencia en la zona, no deja de ser representativo.

Una historia de fracaso económico

Este país es un ejemplo de lo que no debe hacerse, muchos años y gobiernos se han dedicado a experimentar con la economía. Los resultados han sido desastrosos:

  • En la década de 1990, se implementó la caja de conversión que dolarizó su economía, sin el sustento productivo y de crecimiento indispensable, la economía finalmente colapsó.

  • Se implementó el control de capitales total para evitar que el dinero en efectivo, de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros, o de cualquier otro tipo, saliera del país o se invirtiera en operaciones especulativas contra la moneda, el llamado “Corralito“, el resultado no pudo ser más desastroso para el país; se quiso fijar la inflación y la depreciación cambiaría por decreto, la economía colapsó.

  • Se hicieron intentos de nacionalizar el sistema bancario, la violenta reacción de los capitales fue de tal magnitud que el gobierno tuvo que salir a negar rotundamente algo así, pero el daño estaba hecho.

Argentina recibió entre 2018 y finales de 2019 apoyo financiero por 56 mil 800 millones de dólares provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), obligándose a implementar duras e impopulares medidas macroeconómicas que se esperaba salvarían al país de un default en 2020, pero no ocurrió así.

En 200 años de historia, el país ha registrado 9 defaults, es la nación del planeta que más se ha acogido a dicha figura. Esta situación nos debe preocupar porque tendrá impacto en Latinoamérica.

Así le pegaría a México

  1. Si bien los capitales saben diferenciar, el default argentino eleva el riesgo financiero de la región. Como sabemos, México tiene tasas de interés un tanto elevadas para el contexto de los mercados globales más importantes y necesita bajarlas para “reactivar” la economía, pero los inversionistas no estarán dispuestos a recibir menor rendimiento tan fácilmente, se dificultará o enrarecerá el ambiente para un descenso de tasas sostenido.

  2. Si la situación del país empeora, el riesgo financiero de la región se elevará y la aversión al riesgo se profundizará para toda Latinoamérica, sus divisas y mercados; los inversionistas pondrían a todos los países en la misma “bolsa”.

  3. La inestabilidad en Argentina abre riesgos de conflictos sociales, basta con recordar lo que sucedió en Chile el año pasado; estos potenciales conflictos sociales no son una buena noticia para la región, México incluido.

El default argentino llega en el peor momento, es quizás lo único que faltaba para complicar más la situación económica latinoamericana, región que será una de las más castigadas no solamente en forma directa por la pandemia, sino por la crisis económica que esto generó.

Brasil se encamina a la peor crisis económica de su historia

La combinación de inestabilidad política y catástrofe sanitaria amenazan a una economía tambaleante. Los indicadores y proyecciones sugieren que esta será la peor recesión que haya vivido Brasil. Por dos razones: surge en un momento en que se intentaba retomar el crecimiento y en medio de la inestabilidad política. Además, no será posible contar con el sector externo, también severamente afectado por la pandemia.


El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una caída del PIB del 5,3 por ciento, mientras el gobierno calcula una del 4,7 por ciento. Cualquiera de las dos sería la peor desde 1901. La caída dependerá del tiempo que la economía esté paralizada. En el escenario más optimista (50 días de aislamiento) el retroceso será de un 3,3 por ciento. En el más pesimista (70 días), la cifra llegaría al 8,6 por ciento.


Desempleo


Por otra parte, la tasa de desempleo podría elevarse, del 12,2 por ciento actual, a un 18,7 por ciento hasta fines de año. Sería la mayor desde los años 80. De acuerdo con las estimaciones del gobierno federal, se perderán tres millones de puestos de trabajo, cifra mayor que la de la última crisis (2015-2017).


El sector de servicios, que es el más perjudicado, fue el que sustentó la recuperación que había comenzado a experimentar la economía brasileña. A este sector, que ha sufrido un gran impacto por la cuarentena, corresponden dos tercios del PIB y de los empleos del país. La más afectada es la población periférica, que tiene trabajos más vulnerables y los está perdiendo con más facilidad en estos momentos.


La crisis del coronavirus ya ha llevado a 1,5 millones de brasileños a acudir al seguro de desempleo. Entre marzo y abril las solicitudes aumentaron 31 por ciento, con respecto a igual período del año anterior, según datos del Ministerio de Economía. Quien no pierde su empleo, tiene jornada y salario reducidos. Más de 7 millones de trabajadores están en ese nuevo régimen.


El factor político


La pandemia afectará económicamente a todo el mundo. El FMI espera una contracción global del 3 por ciento, la peor desde la crisis de 1929. Pero Brasil tiene además un ingrediente de inestabilidad política, con cambios de ministros, pedidos de destitución presidencial, pugnas entre el ejecutivo y el legislativo, y entre el presidente de la república y los gobernadores.


Para contar con inversiones, sean internas o externas, se requiere previsibilidad. La falta de certeza es veneno. La incertidumbre política afecta también a la tasa cambiaria, según los economistas. El dólar estadounidense se disparó este año frente a muchas monedas, pero el real brasileño es una de las que más se ha devaluado, con una pérdida del 30 por ciento, pese a que el Banco Central estuvo constantemente vendiendo reservas en moneda extranjera.


En el corto plazo, el impacto mayor es el del aislamiento, pero a mediano y largo plazo, la incertidumbre política tendrá impacto en la rapidez con que se recupere la economía.

Chile y la vulnerabilidad económica de su población

Chile ha sido una de las economías de más rápido crecimiento de América Latina en las últimas décadas, lo que ha permitido reducir la pobreza; sin embargo, más del 30% de la población es económicamente vulnerable y la desigualdad de ingresos sigue siendo elevada.


En un contexto de agitación social, el crecimiento del PIB se redujo de 3,9% en 2018 a 1,1% en 2019. Las disrupciones en la actividad económica ocasionaron un repunte del desempleo, que pasó de 7,1% en diciembre de 2018 a 7,4% en diciembre de 2019. La protesta social dio lugar a un cambio en la composición del gasto público, menos dedicado a la promoción de la inversión y más al aumento del gasto social. Asimismo, llevó al gobierno a convocar a un referéndum constitucional, actualmente programado para el 25 de octubre de 2020.


El déficit en cuenta corriente aumentó de 3,6% del PIB en 2018 a 3,9% en 2019, siendo la caída de las exportaciones compensada ampliamente por la disminución de las importaciones, generada por una demanda interna en retroceso. A medida que disminuía la inversión extranjera, el déficit externo era financiado por deuda externa privada y pública, que acusó un incremento, de 62% del PIB en 2018 a 70% en 2019. Durante ese período, las reservas internacionales aumentaron ligeramente, de USD39,8 a USD40,7 mil millones, pese a las intervenciones del Banco Central para evitar una mayor depreciación monetaria.


El déficit fiscal aumentó de 1,5% del PIB en 2018 a 2,7% en 2019, debido al gasto adicional en respuesta al descontento popular y a la desaceleración de la economía, los menores ingresos tributarios y la caída de las exportaciones de cobre. El déficit fue financiado en parte con medidas de contención fiscal, pero la deuda pública aumentó de 26% a 28%, en su mayor parte deuda interna.


La protesta social reflejó una frustración de la población ante la elevada desigualdad de oportunidades, que se mantuvo a pesar de las mejoras en resultados sociales. La desigualdad de ingresos es de las más altas de la región.


La clase media en expansión percibe una alta desigualdad, debido a la oferta de educación y atención de salud y la segregación de los mercados laborales. Los trabajadores con contratos a plazo fijo tienen menor seguridad laboral y carecen del derecho a pagos de indemnización o seguro de desempleo.


El balance de riesgos se inclina a la baja debido a la incertidumbre en torno al impacto del COVID-19 y a la inestabilidad de política interna. Chile está expuesto a precios del cobre menores a lo previsto y a una menor demanda de exportaciones que se extiende a consecuencia de la pandemia. Adicionalmente, la prórroga de las medidas de contención probablemente impactará en la actividad económica, a pesar del estímulo fiscal y monetario. De igual manera, la incertidumbre política en torno a la reforma constitucional podría debilitar la confianza del sector privado, frenando la recuperación.


Chile necesita llegar a un consenso político en torno a políticas públicas para responder a las demandas sociales, sin erosionar su tradicionalmente sólido manejo macroeconómico. Asimismo, requiere promover un aumento de la productividad en el nivel inferior de distribución del ingreso, a través del impulso a la innovación, el fortalecimiento del vínculo entre educación y el mercado laboral y la promoción de la participación de la mujer en el trabajo, entre otros.


Es así como se vislumbra un panorama poco alentador, ante el incremento de las crisis sociales y económicas, a las que ha sumado la de salud; sin embargo, no hay que perder de vista la oportunidad que se abre ante la presencia de grandes retos para que los gigantes de Latinoamérica repunten a nivel internacional, situación que deberá ocurrir, más no en el mediano plazo.

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