En las 32 entidades de México se hablan 364 variantes lingüísticas que representan un indicador de la diversidad lingüística y cultural de nuestro país
México es un espacio geográfico afortunado por ser un lugar en el que cohabitaron múltiples representantes de etnias provenientes de orígenes distintos y con raíces propias de cada uno de ellos, todas las lenguas indígenas que se hablan en el territorio mexicano representan el testimonio de una herencia cultural milenaria que lleva consigo una compleja cosmogonía.
En nuestro país existen 11 conjuntos de lenguas con semejanzas estructurales y léxicas que comparten un origen común: familias lingüísticas representadas con al menos una de sus lenguas. Estas familias lingüísticas son: álgica, yuto-nahua, cochimí-yumana, seri, oto-mangue, maya, totonaco-tepehua, tarasca, mixe-zoque, chontal de Oaxaca y huave.
Conviven hablantes de 68 lenguas, relacionadas con un pueblo indígena. Sin embargo, estas lenguas son a su vez agrupaciones lingüísticas y pueden estar conformadas por conjuntos de una o más variantes lingüísticas.
Una variante lingüística es una forma de habla que posee diferencias estructurales y léxicas que la hacen particular en relación con otras variantes de una misma agrupación lingüística; cada una de las variantes forma parte de la identidad de los hablantes y se diferencia de la identidad sociolingüística de quienes hablan otras variantes de una misma agrupación lingüística o lengua.
A lo largo de las 32 entidades de México se hablan 364 variantes lingüísticas que representan un indicador de la diversidad lingüística y cultural de nuestro país. Pensar las lenguas indígenas bajo estas categorías nos permite entender y reconocer sus diferencias, particularidades e identidades sociolingüísticas; no son unitarias ni homogéneas y existe una gran complejidad de componentes sociales implicados.
En México hay 7.4 millones de personas que hablan alguna lengua indígena; las más habladas son el náhuatl (un millón 725 mil hablantes), el maya (más de 859 mil) y tseltal (556 mil). Las entidades con mayor porcentaje de hablantes son Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Estas formas de habla son consideradas lenguas nacionales con la misma validez que el español sin importar los territorios, localización o número de hablantes.
Sin embargo, las lenguas indígenas enfrentan su extinción, pues el 60% de ellas está en riesgo de desaparecer. Entre las lenguas que se encuentran en peligro extremo se encuentran ku’ahl y kiliwa de Baja California, awakateko de Campeche, mocho´ de Chiapas, ayapaneco de Tabasco, ixil nebajeño y kaqchikel de Quintana Roo, zapoteco de Mixtepec, e ixcateco y zapoteco de San Felipe Tejalápam de Oaxaca.
La mayor parte de quienes los hablan viven en situaciones de marginación y pobreza. Unos pocos que han escapado de la precariedad y formarse profesionalmente, luchan por el destino de las lenguas originarias.
“La diversidad de las variantes lingüísticas contribuye a abrir nuevos caminos al pensamiento, la comunicación y la creatividad humanas. Cuando muere una lengua la humanidad se empobrece”. Miguel León-Portilla, autor de “El destino de las lenguas amerindias”
De acuerdo con el Atlas de las lenguas en peligro de la UNESCO, al menos el 43% de 6 mil idiomas que se hablan en el mundo están en peligro de extinguirse. De acuerdo con otras bases de datos, como el catálogo de lenguas Glottolog, en el mundo se hablan más de 7 mil lenguas, de las cuales la mitad está bajo amenaza o en peligro crítico.
Como sociedad tenemos parte de la decisión en nuestras manos, si bien no podemos rescatar nada únicamente con buenos deseos, mostrar interés y respeto por estas culturas, educar a quienes nos corresponda en este sentido, constituyen acciones, que sumadas todas ellas, aportan al esfuerzo por conservar el inmenso legado cultural que representa una lengua indígena.
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