El litio es imprescindible en la transición hacia fuentes de energía sustentables y un recurso de gran importancia para los países que poseen grandes reservas.
El litio es un componente imprescindible en la transición hacia fuentes de energía sustentables y ha sido reconocido como un recurso de gran importancia por los países de la región que poseen grandes reservas de este elemento.
El litio es esencial en la fabricación de baterías de iones de litio, una tecnología fundamental en la reducción de emisiones de carbono en el transporte y el almacenamiento de energía proveniente de fuentes renovables. Esto puede tener un impacto positivo en la economía de los países, generando mayor valor a través de incrementos en la producción, exportaciones, empleo y recaudación fiscal.
Argentina, Bolivia, Chile y México consideran al litio como un recurso estratégico debido a su potencial para fomentar el desarrollo socioeconómico, la creación de valor y la conexión de sectores productivos que pueden impulsar cambios estructurales en las economías.
En América Latina y el Caribe se encuentra el “triángulo del litio”, que alberga el 56 % de las reservas mundiales de litio. Otros países de la región como Brasil, México y Perú también poseen cantidades significativas de este recurso, elevando la participación regional en los recursos mundiales de litio alrededor del 60 %. Chile y Argentina destacan como los principales poseedores de reservas de litio en la región, con 52 % del total mundial.
La lucha contra el cambio climático, en el contexto de la transición hacia energías renovables y el uso de vehículos eléctricos, impulsa la demanda presente y futura de litio.
Las tecnologías basadas en energías renovables y la movilidad eléctrica requieren una mayor cantidad de minerales, incluido el litio, para su funcionamiento debido a su dependencia en estos recursos.
Además, el crecimiento de la demanda es en gran parte responsable del aumento de los precios del litio y otros minerales utilizados en tecnologías recientes. Los precios del litio aumentaron casi nueve veces entre 2021 y 2022.
Países como China, Estados Unidos y la Unión Europea lideran la adopción de la movilidad eléctrica y han implementado políticas para garantizar el suministro de minerales críticos para la transición energética.
¿Qué pasa en Latinoamérica?
Solo tres países en la región explotan litio a gran escala comercial. En 2021, Argentina representó el 9.8 % de la producción mundial, Brasil el 0.4 % y Chile el 41 %. Los cuatro principales productores mundiales de litio en ese año (Australia, Chile, China y Argentina) abarcaron más del 96 % de la producción total, lo que ha llevado a los países fabricantes de baterías de ion litio a considerar el litio como un mineral crítico.
A pesar de las oportunidades que presenta la transición energética y la expansión de la movilidad eléctrica, no todo es fácil para los países ricos en recursos de litio en la región.
Aunque “triángulo del litio” desempeña un papel clave en la extracción y procesamiento inicial del litio, son China, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y Europa los líderes en las etapas posteriores de producción de baterías, además de la fabricación de precursores, cátodos/ánodos y celdas.
Por lo tanto, las oportunidades más inmediatas para la región se centran en las actividades de extracción y refinamiento del litio, como el aumento de las exportaciones, la creación de empleo, el incremento de la recaudación fiscal y el establecimiento de vínculos productivos en las fases iniciales de la cadena de valor del litio.
Una mayor participación de la región en las fases posteriores de producción de celdas y baterías de ion litio estaría estrechamente ligada al desarrollo de una industria de vehículos eléctricos a gran escala, pero requerirá un fuerte financiamiento, acceso a otros minerales críticos, y la capacitación de personal y la adopción de tecnología adecuada.
El medio ambiente
En el ámbito de la extracción de litio, se presentan desafíos críticos en términos socioambientales, especialmente relacionados con el uso de agua en las áreas con escasez hídrica, el impacto en la biodiversidad y las actividades económicas locales en los salares, de donde principalmente se extrae este recurso.
Por tanto, es fundamental que la industria del litio cumpla con regulaciones más estrictas para garantizar su sostenibilidad.
Aunque los enfoques de gobernanza del litio varían entre los países de la región, se proponen ciertas directrices de política para mejorar la capacidad de la zona de aprovechar las oportunidades que ofrece este recurso, así como para hacer frente a los desafíos asociados a su explotación.
En el ámbito de la sostenibilidad ambiental y social, estas directrices apuntan a la importancia de incorporar las demandas de la sociedad en la normativa y los estándares, gestionar de manera adecuada los conflictos socioambientales y promover la transparencia y participación ciudadana.
Además, se requieren mejoras en los regímenes fiscales para garantizar una mayor recaudación, efectividad, equidad y transparencia en los impuestos, en línea con la competitividad.
Debido al potencial del litio, se hace necesaria la cooperación regional para promover una agenda conjunta que añada valor y fomente la creación de cadenas productivas en América Latina y el Caribe relacionadas con este recurso.
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