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¿Cuánto tiempo le queda al dólar en la cúspide?

Existen señales que hacen pensar que la hegemonía mundial del dólar como moneda está próxima a terminar.

El fin del dólar, por mucho tiempo, ha sido uno de los sueños más anhelados de la oposición de ambos extremos políticos.


El Sistema Monetario Internacional (SMI) tiene al dólar estadounidense como la moneda que se utiliza como unidad de cuenta y moneda de reserva. Esto le otorga diversos privilegios: poder, prestigio y discrecionalidad para su ajuste a desequilibrios internacionales.


El dólar es todo lo que representa, el poder que respalda ese papel. Poder cultural, económico, financiero, militar y político de los Estados Unidos; se trata de una maquinaria muy poderosa. Pero el mundo ha cambiado mucho durante las últimas décadas.


Tenemos un mundo más multipolar, la hegemonía del dólar no es tan fuerte como antes, aunque todavía domina, ya no luce tan invencible. La tendencia parece ser la fragmentación y la proliferación de las distintas formas de pago podría ser un un futuro probable.


Sin embargo, la erosión de una moneda como el dólar no sucederá en poco tiempo, porque no existe una divisa alternativa fuerte para sustituirlo. Hay analistas que lo ven poco probable, pues no ven una alternativa viable.


China y la invasión rusa a Ucrania

El rival más importante es China. Por ende, el fin de la hegemonía del dólar está directamente relacionado al surgimiento del poder financiero chino. En este momento, China, como acreedor, está en todas partes. En Latinoamérica, en Estados Unidos, en Europa, en Asia.


Además, el conflicto ruso-ucraniano esta cuestionando si el dólar seguirá siendo la moneda pivote del SMI. Desde la invasión, se viene pregonando el fin del dominio de Washington, y se ha hablado de que el dólar sería sustituido por monedas locales, como el yuan o una canasta de divisas alternativas.


Cambios en las estructuras económicas

No existen leyes económicas que expliquen el recambio de las monedas de reserva, sino la fuerza armada como razón última del ascenso y la decadencia de las naciones dominantes.


Desde la Conferencia de Bretton Woods de 1944, el dólar ha sido la única moneda aceptada en todo el mundo para la liquidación de las cuentas comerciales internacionales entre las naciones. Antes de 1944, el oro físico se utilizaba para la liquidación internacional.


La era del petrodólar sustituyó a Bretton Woods, pero su fin está cerca, debido a la degradación cada vez más acelerada del dólar. La causa es que la Reserva Federal crea, de la nada, todos los dólares que el gobierno necesita para mantener su déficit de gasto. Esto ha provocado una pérdida de poder adquisitivo del dólar a un ritmo acelerado.


El SMI debe atender tres problemas: confianza, liquidez y mecanismo de ajuste. Los dos primeros son evidentes, el tercero es más complejo. El ajuste se refiere a la corrección de desequilibrios internacionales de balanzas de pago y tipos de cambio.


Existen procesos de ajuste que conllevan diferentes costos económicos y sociales. Un ajuste óptimo es el que logra su resultado sin restringir la libertad internacional de comercio, pagos e inversión y que no interfiera con las políticas domésticas de empleo, estabilidad de precios y crecimiento económico.


Después de la disolución del sistema de Bretton Woods en agosto de 1971, se puso énfasis en la flotación cambiaria como un buen mecanismo de ajuste a los desequilibrios de balanza de pagos. Se complementó la eficiencia del ajuste aplicando la teoría del área monetaria óptima (AMO), que establece las condiciones para la idoneidad de que un grupo de países se integren para tener una sola moneda en común emitida por un banco central para la región.


Todo este caos sólo podría financiarse con la aceptación mundial del dólar fiduciario. Pero hay varias organizaciones que están cooperando para desarrollar una alternativa: los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y la Unión Económica Euroasiática han formado un grupo para desarrollar un medio de cambio basado en productos básicos que sustituya al dólar como principal medio de liquidación del comercio internacional.


¿Hacia dónde vamos?

Estados Unidos no puede obligar a las naciones soberanas a aceptar el dólar, especialmente si hay otra opción mejor. EUA no ha cumplido con su responsabilidad de proteger el poder adquisitivo del dólar mediante el control de su oferta.


La nueva moneda de la OCS suplantará al dólar como principal moneda de reserva del mundo, porque estará respaldada por materias primas y no estará bajo el control de un país soberano, sino de varios países soberanos, todos ellos dedicados a su salud monetaria para garantizar el libre flujo del comercio y los pagos internacionales.


No resulta extraño pensar que la participación del dólar estadounidense en las reservas internacionales continuará disminuyendo a medida que los bancos centrales de las economías en desarrollo busquen una mayor diversificación de la composición monetaria de sus reservas.


Esta tendencia se ve reforzada por un movimiento paralelo por el cual el mundo pasa de un sistema internacional unipolar a uno multipolar donde la globalización del comercio también se irá fragmentando hacia más bloques comerciales.


Las sanciones impuestas por la alianza occidental contra Rusia tras la invasión a Ucrania podrían fomentar la formación de pequeños bloques monetarios entre países que son socios comerciales.


Al mismo tiempo que las sanciones financieras ganan terreno como herramienta de política exterior de Estados Unidos, crecen los incentivos para que otros países encuentren alternativas financieras.

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