Si hay un perfil de jefe potencialmente peligroso, y con capacidad para destruir una organización entera, ese es el perfil del micromanager.
Son muchos los que confunden la microgestión con la atención por el detalle y el compromiso con la excelencia. Sin embargo, bajo esta fachada de diligencia y precisión, se esconde una realidad más sombría.
Según todas las encuestas de satisfacción del empleado, la principal razón por la que la mayoría de profesionales del mundo abandona sus trabajos no es la dificultad de las tareas a realizar, sino su incapacidad para lidiar diariamente con ese tipo de jefes.
“La gente no abandona sus trabajos, sino a sus jefes. En concreto a esos jefes que les hacen sentir pequeños, que dudan de sus capacidades, y que, son su obsesión por el control y la perfección, y su falta de confianza, terminan, no sólo por minar su motivación y su compromiso, sino por deteriorar su salud mental y física”.
Por eso, aquí analizaremos las siete conductas clave que caracterizan a un micromanager, con el propósito de generar conciencia en aquellos que, consciente o inconscientemente, practican, promueven, o incluso, incentivan ese estilo de gestión tan dañino.
Si ocupas una posición de responsabilidad en tu empresa, ya sea el propietario, un alto ejecutivo, o un mando intermedio, es aconsejable conocer este análisis para, de ser el caso, identifiques las conductas que puedan generar un daño a tu equipo y al conjunto de la organización.
Reflexiona acerca de aquellas prácticas que no sólo te alejan de las personas, sino también de tus propios objetivos. Porque si la gente no desea trabajar contigo no te va a aportar nada bueno, ni a nivel individual, ni colectivo.
¿Por qué hay tantos micromanagers?
La prevalencia de los micromanagers en el ámbito laboral es una realidad que, lamentablemente, habla de una cultura empresarial que, en muchos casos, aún se aferra a paradigmas rancios, más propios de la primera revolución industrial que del momento en el que vivimos.
“La proliferación de micromanagers es un síntoma de una visión miope del liderazgo, una que confunde el control excesivo con la eficacia, y la rigidez con la consistencia”.
La primera razón por la que existen tantos microgestores es que, el principal criterio a la hora de ascender a un profesional a una posición de liderazgo es su desempeño a nivel individual y técnico. Es decir, se asciende a personas que en el plano individual demuestran un desempeño excepcional, pero carecen de la debida preparación o formación en gestión de personas.
Otra razón es que, en la mayoría de culturas empresariales se tiende a valorar la apariencia sobre su sustancia. La presencia, sobre la productividad. En la mayoría de empresas, todavía hoy, se glorifica al que parece estar “siempre ocupado”.
Y claro, en esos contextos, los jefes temen que delegar, o dar protagonismo a su equipo, termine por ponerles en una situación de riesgo. Sienten temor a que alguien pueda pensar que, si su equipo puede funcionar de forma autónoma, su posición pueda percibirse como redundante.
Una tercera razón es que, nos educan, y nos desempeñamos profesionalmente, en entornos altamente competitivos, en los que mostrarse vulnerable, reconocer errores, o ceder el protagonismo a otros, puede percibirse como una muestra de debilidad.
“La microgestión es un reflejo de una formación deficiente en liderazgo, una cultura empresarial tóxica, que fomenta el individualismo y la competencia feroz, y que prioriza la cantidad sobre la calidad”
Las 7 conductas que delatan a un micromanager
Revisemos, una a una, las siete conductas comunes que muestran los jefes obsesionados por el control.
1. Obsesión por el control de detalles
La primera y quizás más notoria señal de un micromanager es la obsesión por el control de los detalles, incluso aquellos más minúsculos e insignificantes.
Los micromanagers se ven a sí mismos como los guardianes de la perfección, y cualquier desviación de sus métodos prescritos se percibe como una amenaza directa a su persona.
2. Incapacidad para delegar
La segunda conducta distintiva de un micromanager es su notable dificultad para delegar tareas.
La resistencia a delegar en los miembros del equipo tiene su arraigo en la creencia de que nadie más puede realizar el trabajo con el mismo nivel de competencia y meticulosidad que ellos mismos.
3. Necesidad de actualización constante
Una característica común de los micromanagers es su necesidad constante de recibir actualizaciones por parte de cada miembro del equipo.
Los micromanagers muestran una absoluta falta de confianza en la capacidad de su equipo para manejar responsabilidades de forma autónoma, por lo que necesitan saber, en todo momento, qué están haciendo.
4. Resistencia a la innovación y creatividad.
Una de las señales más reveladoras de un micromanager es su resistencia a la innovación y creatividad.
Los micromanagers detestan a todo aquel que cuestione el statu quo, especialmente que proponga cambiar aquellos métodos y procesos implantados por ellos mismos.
5. Enfoque excesivo en métricas y resultados a corto plazo
Los micromanagers tienen obsesión por los números, los KPIs, los informes, a un punto obsesivo. No es que medir sea malo, todo lo contrario, pero estos perfiles necesitan un informe y una métrica para cada tarea.
Una conducta típica de un micromanager es solicitar informes de progreso diarios.
6. Falta de reconocimiento y celebración del trabajo del equipo
Una conducta común en los micromanagers es la falta de reconocimiento adecuado del trabajo y esfuerzo de su equipo, y la incapacidad para celebrar los éxitos.
Los micromanagers le dan más importancia a lo que queda por hacer. Son incapaces de celebrar los progresos o enfocarse en los logros alcanzados.
7. Creación de un ambiente de trabajo tenso y estresante
Los micromanagers crean un ambiente de trabajo tenso y estresante. Creen que así su equipo será más competitivo y estará más enfocado.
Los micromanagers están convencidos de que la tensión y el estrés constantes son esenciales para lograr un alto desempeño. No entienden que se puede trabajar sin necesidad de tirar el corazón por la boca en cualquier momento.
El impacto del micromanagement en empresas y empleados
Resulta paradójico que tan pocas empresas sean plenamente conscientes del impacto tan negativo que promover, e incluso incentivar este estilo de gestión tiene, no sólo en los empleados, sino en la organización en su conjunto.
En las empresas que permiten que este tipo de perfil campe a sus anchas, los procesos se vuelven ineficientes, ya que los micromanagers tienden a crear cuellos de botella y retrasos continuos.
Esta falta de agilidad y flexibilidad termina por lastrar la capacidad competitiva de la empresa, así como la habilidad para superar retos y adaptarse rápidamente a nuevos contextos; algo esencial en un mundo tan complejo y cambiante como el actual.
Además, los micromanagers contribuyen a generar una cultura de miedo y desconfianza, lo que deriva en inseguridad psicológica, pérdida de creatividad, y como consecuencia, incapacidad para innovar. Todo ello afecta directamente a la rentabilidad y sostenibilidad actual y futura de la organización.
Para los empleados, trabajar con un micromanager, que les somete a una supervisión y control constantes, se convierte en un martirio permanente en todos los sentidos.
El jefe controlador mina la moral, destruye la motivación, y deteriora el clima laboral, aumentando los niveles de estrés y contribuyendo al agotamiento mental y físico.
La presión constante y la falta de autonomía hacen que incluso los empleados más comprometidos y entusiastas se sientan infravalorados y desmotivados, lo que resulta en una disminución de su productividad, de la calidad de su trabajo y, en última instancia, de su compromiso con el proyecto.
Conclusiones
El micromanagement es un estilo de gestión tóxico y extremadamente perjudicial que destruye la motivación y deteriora la salud mental y física de los empleados, además de lastrar la productividad y aniquilar la capacidad competitiva de las empresas.
Es fundamental que, si ocupas una posición de responsabilidad, reflexiones acerca de tus actuales comportamientos y trates de mejorar en aquellos aspectos que puedan estar llevándote a promover, o practicar, la microgestión.
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