La fragilidad de la reactivación, el repunte de la inflación y el alza del dólar amenazan con provocar más problemas a la economía nacional que no puede superar los daños de la crisis del COVID.
La economía mexicana no ha alcanzado una reactivación que permita superar los daños causados por la pandemia; esa fragilidad está amenazada por el repentino aumento de precios, el cual detuvo la flexibilización de la política monetaria del banco central. Esta mezcla de problemas ha revivido los temores de que México se encamine hacia un periodo de estanflación.
Una de las razones por las que la inflación general alcanzará el 5% (cifra lejana del 3% +/- un punto porcentual, objetivo de Banxico) se debe a que en 2020, hubo una caída en los precios del petróleo ante la baja movilidad de las personas y el cierre de industrias no esenciales. Por esa base de comparación tan baja para calcular la tasa de crecimiento anual de precios ahora va a impactar en la otra dirección, es decir, la tasa anual se va a elevar mucho.
Surge cuando la economía se encuentra en recesión y a la vez se encarece el costo de vida; estancamiento de la economía y sube el costo de la canasta básica. Un escenario complicado donde se solapan situaciones de alza de precios, aumento de desempleo y estancamiento económico, lo que puede llevar al país a una circunstancia muy grave de empobrecimiento devastador para la economía.
El crecimiento esperado para este año espera un repunte promedio de 4.5 por ciento. El problema es que dicho “rebote” es apenas poco más de la mitad del desplome registrado el año pasado en el PIB.
El crecimiento para 2021 debería acelerarse mucho más para compensar el derrumbe de 2020 y hablar de un verdadero repunte. Cálculos de analistas consideran que, de mantenerse en los niveles actuales, el crecimiento promedio de todo el año sería de 3.7 por ciento y pese a que el PIB fuera de 4.5 por ciento, hablamos de que sólo habría un incremento de 0.8 por ciento entre el crecimiento inercial luego de la caída del año pasado y el registro de todo 2021, un claro estancamiento que se reflejaría en años venideros.
¿Cuándo un país se halla en estanflación?
Por una parte, la depresión económica, las tasas de crecimiento negativo y el alto índice de desempleo. Acompañado de una espiral ascendente de precios. Dicho incremento empobrece principalmente a los estratos medios y bajos de la sociedad y dificulta asignar recursos a los proyectos empresariales.
Hasta mediados de los sesenta, estos dos graves inconvenientes macroeconómicos (estancamiento e inflación) se creían incompatibles entre sí; ya que generalmente cuando una economía entra en recesión, la inflación baja, pudiendo incluso entrar en deflación.
Sucede debido a factores diversos, donde las sociedades generan mecanismos institucionales como subsidios de desempleo, salarios mínimos, segmentación del mercado laboral, entre otros, que hacen que la economía reaccione de forma distinta a la teoría.
Los programas económicos que mejores resultados han dado para combatir este fenómeno son la flexibilidad laboral, la fiscalidad empresarial incentivadora, la distribución comercial menos rígida e intervenida, la defensa de la competencia, una educación y formación ligada al aparato productivo, entre otras medidas macroeconómicas.
Con los altos precios de las cadenas alimenticias (un gran componente de la canasta de consumo de los hogares), la gente va a enfrentar dificultades para adquirir esta cadena básica y deja un margen muy pequeño para gastar en bienes o servicios que no son tan necesarios.
Otro de los riesgos es la turbulencia en el tipo de cambio peso dólar ya que hay empresas que al importar insumos podrían traspasar los costos de a los consumidores. Y en particular, los precios del maíz y algunos metales como el acero. El maíz podría enfrentar volatilidad, consecuencia de retrasos en las cosechas de Brasil, pues es el tercer mayor productor de maíz en el mundo. Este encarecimiento del maíz afectará a la producción de carne como el pollo y la res, que usan el grano para alimentar a los animales.
El peligro que viene
El problema es que casi cualquier política pública orientada a impulsar el crecimiento es inflacionaria. Asimismo, cualquier medida encaminada a contener la inflación impacta en un menor crecimiento económico. Si la inflación vuelve al redil, el problema se habrá resuelto, pero si no es el caso, entonces tendrían que tomarse medidas para controlar el crecimiento de los precios, aunque muy probablemente con impacto en el crecimiento.
El desplome de 2020 pasará facturas, sin olvidar que la economía mexicana ya estaba en recesión desde 2019, existe un problema en el PIB desde antes de la pandemia. Para impulsar el crecimiento son indispensables dos elementos: confianza e inversión.
Caer en estanflación sería un duro golpe para la economía mexicana, no sólo por el reto que representa salir del problema, sino porque las políticas económicas actuales van a contracorriente del ciclo económico nacional e internacional. Sería muy aventurado asegurar que un problema de estanflación llevaría al país a una “década perdida”, pero sí es muy probable que lo lleve a perder muchos años de crecimiento y desarrollo.
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